Para poder disponer durante todo el año de plantas medicinales para nuestros remedios caseros (no siempre es posible recogerlas frescas en el día), la mejor opción es recolectarlas en su momento de mayor potencial (cuando más principios activos contienen) y secarlas para su posterior conservación.
No obstante, para que esos preciados principios activos no se pierdan por el camino, es necesario seguir algunas pautas importantes que te explicamos a continuación.
El agua es la responsable de que las enzimas de las plantas trabajen para mantener intactos los principios activos mientras la planta está viva. Pero en el momento en que la cortamos, este equilibrio enzimático se rompe y algunos principios activos muy importantes como los flavonoides o las antocianinas pueden perderse si no seguimos el procedimiento adecuado.
Como pauta primordial, hemos de tener en mente que, cuanto antes seque la planta (cuanto antes dejen de actuar las enzimas), más principios activos conservará. Por ello, es conveniente que el momento de la recolección se produzca en un día sin lluvia, sin rocío y sin humedad, para que la planta esté lo más seca posible. En el caso de las raíces no nos quedará otra opción que lavarlas para quitar la tierra y las impurezas, de modo que lo importante en este caso es lavarlas y ponerlas a secar rápidamente (enseguida te explicaremos cómo).
El modo en que colocamos la parte de planta que queremos secar es muy importante. Como premisa fundamental, ten en cuenta que la colocación debe permitir el paso del aire para un rápido secado.
Una vez colocada la parte de la planta que queremos secar y conservar, hemos de disponer un ambiente adecuado para proceder a un secado rápido. Existen dos opciones que, dependiendo de la climatología y el lugar donde vivamos, tienen sus ventajas e inconvenientes.
El secado al sol es el sistema más rápido, ya que al exponer la planta medicinal a la intemperie y al sol, evitamos la humedad por completo y ello permite un secado más rápido y una mejor conservación de los principios activos en lo que a la eliminación del agua se refiere. Sin embargo, existen algunos factores que debemos tener en cuenta. Por ejemplo, si se trata de plantas aromáticas, el sol hará que los aceites esenciales se evaporen y perderán parte de sus propiedades. Además, la planta estará expuesta a cambios climáticos (posibles lluvias, humedad, rayos solares) que pueden hacer que pierda parte de sus propiedades. No obstante, si vivimos en un lugar con clima templado y estable y podemos colocarlas al sol pero protegidas, este es un sistema rápido y eficaz.
La otra opción (más recomendada de manera general), es secar las plantas medicinales en un lugar sombrío, aireado, seco y protegido, como un granero. El proceso de secado es mucho más lento que el anterior, pero sin duda es una opción más segura cuando se trata de preservar los principios activos. Eso sí, es importante que en el lugar no haya humedad y que circule el aire.
Cuando la parte de la planta que queramos usar presente un aspecto quebradizo, significa que ya está lista para ser almacenada. Este es un momento muy delicado, ya que la planta se rompe con facilidad y tampoco debemos olvidar algunos factores importantes para conservar las propiedades medicinales:
Otra forma de conservar las plantas medicinales para usar con posterioridad es congelándolas. Este sistema resulta particularmente útil en plantas aromáticas como el perejil, la albahaca o la menta, ya que conservan mayor sabor. Para ello, puedes extenderlas sobre un recipiente e introducirlas directamente en el congelador.
No obstante, para que esos preciados principios activos no se pierdan por el camino, es necesario seguir algunas pautas importantes que te explicamos a continuación.
El agua y los principios activos
El agua es la responsable de que las enzimas de las plantas trabajen para mantener intactos los principios activos mientras la planta está viva. Pero en el momento en que la cortamos, este equilibrio enzimático se rompe y algunos principios activos muy importantes como los flavonoides o las antocianinas pueden perderse si no seguimos el procedimiento adecuado.
Como pauta primordial, hemos de tener en mente que, cuanto antes seque la planta (cuanto antes dejen de actuar las enzimas), más principios activos conservará. Por ello, es conveniente que el momento de la recolección se produzca en un día sin lluvia, sin rocío y sin humedad, para que la planta esté lo más seca posible. En el caso de las raíces no nos quedará otra opción que lavarlas para quitar la tierra y las impurezas, de modo que lo importante en este caso es lavarlas y ponerlas a secar rápidamente (enseguida te explicaremos cómo).
La colocación
El modo en que colocamos la parte de planta que queremos secar es muy importante. Como premisa fundamental, ten en cuenta que la colocación debe permitir el paso del aire para un rápido secado.
- Flores. Para secar las flores colocaremos pequeños ramilletes atados boca abajo. Procura que no haya demasiada cantidad para que el aire pueda pasar entre las flores fácilmente
- Hojas. Para secar hojas lo mejor es colocarlas sobre una rejilla metálica o de madera (tipo mosquitera, alamabres, papel poroso, rejilla de la nevera, etc)… algo que permita colocar las hojas extendidas (sin tocarse entre ellas) y que, al mismo tiempo, circule el aire entre ellas por arriba y por abajo. No conviene colocarlas sobre el suelo ya que la humedad producirá moho y se pudrirán, ni tampoco sobre plástico o aluminio. Es importante darles la vuelta al cabo de los días para asegurar que se secan de manera homogénea por todas partes. Otra opción es colocarlas en tallos en forma de ramilletes, como haríamos con las flores.
- Raíces. La raíz es la parte más delicada a la hora de secar. Una vez cortadas, conviene cortar los tallos y dejar solo las raíces anchas. La manera más rápida de permitir que se sequen es cortándolas en rodajitas y colocándolas igual que haríamos con las hojas, es decir, extendidas y separadas en una rejilla que permita el paso del aire, dándoles la vuelta con frecuencia.
El lugar
Una vez colocada la parte de la planta que queremos secar y conservar, hemos de disponer un ambiente adecuado para proceder a un secado rápido. Existen dos opciones que, dependiendo de la climatología y el lugar donde vivamos, tienen sus ventajas e inconvenientes.
Secado al sol
El secado al sol es el sistema más rápido, ya que al exponer la planta medicinal a la intemperie y al sol, evitamos la humedad por completo y ello permite un secado más rápido y una mejor conservación de los principios activos en lo que a la eliminación del agua se refiere. Sin embargo, existen algunos factores que debemos tener en cuenta. Por ejemplo, si se trata de plantas aromáticas, el sol hará que los aceites esenciales se evaporen y perderán parte de sus propiedades. Además, la planta estará expuesta a cambios climáticos (posibles lluvias, humedad, rayos solares) que pueden hacer que pierda parte de sus propiedades. No obstante, si vivimos en un lugar con clima templado y estable y podemos colocarlas al sol pero protegidas, este es un sistema rápido y eficaz.
Secado a la sombra en lugar protegido
La otra opción (más recomendada de manera general), es secar las plantas medicinales en un lugar sombrío, aireado, seco y protegido, como un granero. El proceso de secado es mucho más lento que el anterior, pero sin duda es una opción más segura cuando se trata de preservar los principios activos. Eso sí, es importante que en el lugar no haya humedad y que circule el aire.
Cómo conservar las plantas medicinales
Cuando la parte de la planta que queramos usar presente un aspecto quebradizo, significa que ya está lista para ser almacenada. Este es un momento muy delicado, ya que la planta se rompe con facilidad y tampoco debemos olvidar algunos factores importantes para conservar las propiedades medicinales:
- El momento. En cuanto comprobemos que la planta se ha secado, es necesario introducirla rápidamente en el recipiente donde vayamos a conservarla. Recuerda que las plantas medicinales no deben conservarse más de un año, ya que pasado ese tiempo pierden propiedades y se enmohecen.
- La forma. Una vez que la planta esté seca, conservaremos solo aquella parte que vayamos a usar. Por ejemplo, si se trata de las flores, las separaremos de los tallos del ramillete y las añadiremos al recipiente. Si se trata de hojas, igualmente las separaremos del tallo una a una para conservar solo la parte que usaremos.
- El recipiente. El recipiente más idóneo para conservar plantas medicinales es uno de vidrio opaco (oscuro) o un cucurucho de papel. Es mejor que no sean demasiado grandes para que no quede demasiado espacio libre lleno de oxígeno. Bajo ningún concepto conservaremos la planta en bolsas o recipientes de plástico (sobre todo si se trata de plantas aromáticas) ya que los aceites esenciales perderán propiedades.
- El lugar. Es importante que el recipiente no reciba sol ni calor, ya que los rayos solares y el calor harán que la planta pierda propiedades. Por lo tanto, el mejor lugar para conservar el recipiente es dentro de un armario.
Congelación
Otra forma de conservar las plantas medicinales para usar con posterioridad es congelándolas. Este sistema resulta particularmente útil en plantas aromáticas como el perejil, la albahaca o la menta, ya que conservan mayor sabor. Para ello, puedes extenderlas sobre un recipiente e introducirlas directamente en el congelador.
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Publicado por: Anunciadora de Sión
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